Afirman los habitantes de Benin, llamados por aquel entonces igodomigodos, que el día en que Ekaladerhan abandonó la ciudad con sus seguidores, fue un día doloroso, afligido, angustioso, un día frío, sin lluvia ni sol y que el pueblo todo se conmovió y consternó al conocer la desdicha ocurrida. Ellos, que habían albergado la esperanza de que el príncipe Ekaladerhan sucediese a su padre cuando este falleciera, sobre todo teniendo en cuenta que en aquella época ya 30 ogisos habían renunciado al poder como consecuencia de pugnas y conflictos internos, ahora veían sus planes frustrados y sufrían la mácula de un rey renegando de su hijo. Como castigo al imperdonable proceder del ogiso Owodo, el pueblo decidió destronarle.
Los que han oído esta leyenda dicen que este acontecimiento fue seguido por un largo y tormentoso período de gran inestabilidad política en el antiguo Benin. Asimismo, afirman que cuando Ekaladerhan fue expulsado por su padre arribó a Ilé-Ifé con sus acompañantes y la gente de aquel lugar los miraba con ojos extrañados y asombrados, sin poder entender la lengua que hablaban. Dicen que Ekaladerhan después de haber andado un largo tramo, seguido por un grupo de curiosos, buscó un espacio apropiado y se sentó; escudriñado aún por las miradas atónitas de quienes en aquel instante lo rodeaban y contó su triste historia en lengua bini, desconocida por los moradores de Ilé-Ifé.
Los que después entendieron dijeron que durante su narración, Ekaladerhan explicó cómo él había sido fiel a su padre, a quien respetaba y admiraba; sin embargo, este, guiado por la intriga y la ignorancia, en un acto de injusticia y de crueldad, lo había expulsado de su reino. Añadió cómo en estas circunstancias, de príncipe había pasado a mísero vagabundo, sin gloria ni fortuna. Cuentan que de todas las palabras pronunciadas por el antiguo príncipe, la que más fijación tuvo en la mente de los pobladores de Ilé-Ifé fue Iduduwa. Siempre que se conversaba con él se le escuchaba decir esta palabra. Con el tiempo se supo que esta pertenecía a la lengua bini, cuyo significado era pesar, aflicción, remordimiento, literalmente significaba tropecé con la fortuna .Los habitantes de Ilé-Ifé interpretaron el vocablo Iduduwa como el nombre de Ekaladerhan y tergiversando su pronunciación comenzaron a llamarle Oduduwa.
Recuerda la tradición que un día llegaron a Ilé-Ifé varios mensajeros de los igodomigodos para informarle al príncipe la muerte de su padre y suplicarle que retornara a su pueblo natal con el fin de asumir el trono. En esa época Oduduwa había establecido su propio gobierno, tenía su familia y había perdido todo interés en regresar al lugar de donde lo habían expulsado, por lo que se negó rotundamente a la súplica de los enviados, quienes insistieron hablándole de la necesidad de frenar la subida y caída de ogisos unos tras otros, hablaron de los tiempos de la mala muerte y sin cosechas, de la desconfianza hecha persona apareciendo por todas partes; le prometieron que con él serían el uno para el otro y el otro para el uno, que cuidarían la unidad de Igodomigodo como a la niña de los ojos de Dios que todo lo ve.